“God just spoke to me. He says the End of Days
begins now.”
Ya está, se acabo. No más familia
Young, no más muñecas diabólicas ni ángeles con ganas de exterminar a la
humanidad. He visto al mundo hundirse bajo la corrupción de las bandas y las
sectas, a los últimos vestigios de la humanidad abrazando su lado más animal
con la palabra supervivencia en los labios. He bajado al fin del mundo, me he
camuflado con los ángeles y he dado el golpe final. He sobrevivido al fin del mundo.
Este es el motivo por el que odio
terminar sagas: porque ahora ¿qué narices hago yo? ¿Cómo admito que ya está, que
se acabó, que ya no hay otro libro más?
Maldita sea, voy a echar tanto de
menos a Penryn Young.
Honestamente, esta tercera parte ha supuesto un cambio de ritmo demasiado descompensado, si se compara con las entregas anteriores: el final ha sido tanto apresurado
en su epílogo –del que me han faltado al menos veinte o treinta páginas- como
en la resolución de todas sus tramas en general. Estaba acostumbrada a un desarrollo constante y progresivo tanto de las distintas líneas argumentales como del trecho evolutivo de todos los personajes. Mientras que en World After hasta la espada tenía una personalidad marcada y evolutiva, aquí la autora parece tener demasiada prisa como para dedicarse en esas minucias... y es una pena.
Por otro lado, no es sólo que haya sido un desenlace rápido, si no también azucarado y demasiaaaaaaaado perfecto. Si cerraba un poquito los ojos podía ver los arcoiris flotando alrededor del libro, os lo juro. Esperaba algo más oscuro, teniendo en cuenta los precedentes.
Pero a pesar de todo, a pesar de todo
lo negativo, también me ha encantado. Sí, no es el final que yo quería, y está
lejos de ser el final que la saga merecía, pero tampoco puedo negar la obsesiva
conexión a nivel platónico que he llegado a sentir con estos libros.
Angelfall es MI saga especial.
Susan Ee me ha regalado mi protagonista
favorita de todos los tiempos, una historia por la que llorar, reír a carcajada
limpia y abrazar ese resquicio de humanidad que sé que podríamos mantener en
las peores circunstancias. Penryn and The
End of Days es una trilogía difícil –cruda y escabrosa, sin censura, pero
esperanzadora y optimista, conservando el humor hasta cuando nos hacen morder
el polvo- pero necesaria, con un elenco de personajes del que es difícil despedirse.
“If I were human, I’d plow the nicest farm for
you.’ He sounds completely sincere. ‘Better than anyone else’s. It would have
golden pineapples, the juiciest grapes, and the most flavorful radishes in the
entire world.’
I just stare at him, trying to figure out if
he’s joking. I think he’s serious. ‘You haven’t been to a lot of farms, have
you, Raffe? Most of us aren’t farmers anymore anyway.’
‘That wouldn’t diminish my little human
commitment to you.”
En End Of Days sufrimos un torrente de imágenes, batallas y traiciones;
es leer con el corazón saliendo disparado de tu garganta, un no parar. Pero en
medio de este caos, doy las gracias por haber podido ver el cierre perfecto al
verdadero antagonista de esta obra: Beliel. El rechazado, indeseado y
atormentado Beliel. Probablemente, después de Penryn es el personaje con una
evolución y una tridimensionalidad más marcadas y a pesar de todas las
atrocidades que ha llegado a cometer, de verdad quería un final feliz para él.
En resumidas cuentas, End of Days no es perfecto y resulta más
que evidente que la culpa ha sido de querer encajar una historia demasiado
extensa –no por nada, en un primer momento estaba planteado que fuera a
componerse de cinco títulos- en una trilogía, recortando en aquellas tramas
desarrolladas y esos personajes secundarios tan elaborados con los que la
autora nos tenía acostumbrados en los títulos anteriores; pero a mí me ha
encantado. Admito sus fallos, pero no puedo –ni quiero- mitigar sus virtudes.
Ni obviar mi propia historia con estos libros.
Y también toca añadirle un par de
puntos extra por darnos una épica batalla final entre el bien y el mal a ritmo
de heavy metal.
Y quién sabe, la autora ha dejado
caer que pueden haber más historias ambientadas en este escenario, aunque no
sea desde el punto de vista de nuestra Penryn.
Solo nos queda cruzar los dedos. Y despedirnos con la cabeza muy alta.
Gracias, Susan Ee.
“This is Penryn Young. Daughter of Man, Killer
of Angels.”