El placer de los libros antiguos

Muchos de los que me conocéis ya lo sabéis: una de mis formas favoritas de pasar una tarde es pasear entre las calles de Barcelona, perderme dentro de alguna de sus decenas de librerías de segunda mano y encontrar pequeñas perlas olvidadas. Libros antiguos, con ese evocador olor a humedad, páginas ligeramente amarillentas por el paso del tiempo que crujen al deslizarse por tus dedos, portadas sobrias con elegantes ribetes dorados y un precio irrisorio. Las ediciones antiguas son mi perdición.

Últimamente en Barcelona, y supongo que es algo general en el resto de España, no para de anunciarse el cierre de muchas de esas librerías de segunda mano que frecuentaba; muchas de ellas con una larga historia detrás, abiertas al público desde la época franquista. No sé si será debido a la crisis económica o bien por el desinterés que supone la lectura. Pero no lo entiendo, si estamos en crisis, ¿No debería fomentarse más la compra de libros de segunda mano? Quizás no tengan esa novedad que salió el mes pasado, pero sí tienen un amplio catálogo, así como ediciones que jamás encontrarás en una librería franquicia de las grandes cadenas - seguro que la mayoría de nosotros tenemos un libro en el que pone 'Oliverio Twist', 'Renato Descartes', 'Juana Eyre' o con un ex libris timbrado antes de 1980. Además, ahí no tendríamos que sufrir el imposible y elevado precio que viene por defecto, encontrando auténticas joyas, con ediciones de una calidad impresionante por menos de 5 euros. 

Desde aquí, me gustaría animaros a que os dierais un paseo por vuestra ciudad, encontrando cobijo en las muchas librerías de segunda mano que están sufriendo en tiempos tan duros. Libros antiguos, semi-nuevos... ¡Todo vale! Cada libro es un tesoro, cada ejemplar tiene un trocito de historia en él. El olor del tiempo, el clamor de los libros olvidados en estanterías repletas de polvo, la promesa de una buena lectura.

A continuación, os dejo unas imágenes de mi librería de segunda mano favorita: la llibreria Canuda (también conocida como Cervantes Canuda), negocio familiar fundado en el año 1931 y que cerró este mismo septiembre, situada en el mismo centro de Barcelona. A pesar de tener una atención al público horrible - gente mayor que se piensa que la gente joven no sabe leer - se nota que sentían auténtica pasión por su trabajo y la literatura en todos sus rubros.

En esa llibreria nos encontrábamos ante paredes y paredes a rebosar de libros, de todo tipo de tamaños, años, géneros... Así como un sótano ambientado en el cementerio de los libros olvidados que conocemos gracias a la pluma de Carlos Ruiz Zafón. Todo el local tenía un aire acogedor, pausado en el tiempo, repleto de ese olor a polvo y páginas antiguas y el ritmo sosegado, pese a estar en el pleno centro de la capital catalana, de las librerías poco transitadas.

¿No es un poco triste que, tras tres cuartos de siglo en pie, una librería así tenga que cerrar sus puertas? ¿Que locales con tanta personalidad tengan que colgar el cartel de 'se vende'? Quizás deberíamos plantearnos cuánto daño estamos causando nosotros mismos a este tipo de negocios.