Te voy a contar una historia.

El pitido de un coche desde algún lugar lejano le saca del estado de aturdimiento en el que se encuentra. De pronto se da cuenta de que lleva más de diez minutos mirando hacia ese horizonte blanco, el cual parece crecer por segundos.

Siente un picor familiar en los ojos y se lleva la mano derecha hacia ellos, frotándoselos con delicadeza y recordando las palabras de su madre como un mantra. -Usa las gafas, que para eso las tienes hija-.

Abre el primer cajón de su escritorio y saca las grandes y azules gafas que se pone mientras piensa que su adorable madre tiene razón. Como siempre.

-Venga, no puede ser tan complicado…- se dice mientras vuelve a mirar a al blanco infinito.

El documento de Word le lanza una mirada inquisitiva y le reta a empezar a teclear. Como una autómata, Rebeca desliza firmemente los dedos por cada tecla, tratando de formar palabras, luego frases y después párrafos. Necesita algo que de verdad merezca la pena, algo que enganche, que llame la atención.

Para, lee y borra. Así más de cinco veces. Así no va a acabar en la vida, piensa.

Se levanta, echa agua en la tetera eléctrica y la enciende. Un té no le vendrá mal. Mientras el agua empieza a hervir coge su Kindle y echa un vistazo al libro que le tuvo en vea la noche anterior. Empieza a leer y al momento sabe que está perdida, que ahora no va a poder parar. Se vuelve adentrar en la historia de Lochan y Maya, a ser ellos. Se sumerge en las palabras y siente el dolor, la rabia, la alegría en cada frase.

Se detiene cuando llega al capítulo 16 al darse cuenta de que el agua está lista. Elige té verde con sabor a mango, unos de sus favorito desde que vivía en Nueva York. La verdad es que, últimamente todo le recuerda a la cuidad que la cuido durante dos años. Las luces, los edificios, el café, la comida, el idioma… todo era mejor allí. Menea ligeramente la cabeza para intentar zafarse de los recuerdos y vuelve a centrarse en escribir.

-¿Qué le puede interesar a la gente sobre mí? ¿Qué pongo los ojos en blanco más de lo necesario? ¿Qué cuando estoy nerviosa me toco la oreja derecha? ¿Qué estoy más cerca de los 30 que de los 20? ¿Qué los tacones son mi peor enemigo? No, no creo que este tipo de cosas le pueda interesar a nadie más que a mi.-

No debería resultarle tan complicado escribir, lo ha estado haciendo durante meses. Recuerda de pronto el blog literario que dejó abandonado sin motivo. Aún hoy no puede encontrar una razón de peso que justifique su repentina dejadez y pasotismo. Simplemente se levantó un día y lo dejó. Sin más.

Ella es mucho de hacer cosas así. Se podría decir que su vida se guía por impulsos. Un día es vegetariana y al siguiente se ríe de ello mientras pega un bocado a una hamburguesa gigante.

Vuelve a la carga y por fin se da cuenta de que puede escribir. De libros. De los que le gustan, de los que no, de los que la conmueve o la hacen literalmente caerse de la silla de la risa. Puede hablar de cómo se enfada con los autores cuando matan a alguien a quién ella adoraba o de como intenta que sus amigas lean más.

Ahora, por primera vez en mucho tiempo desea escribir de verdad. De contarle al mundo sus impresiones sobre los libros ya leídos y los que están por venir. De los libros raros que sus padres dicen que lee. De ese libro cursi y románico que se convirtió en uno de sus favoritos y de aquellos de los que todo el mundo habla. Y quiere hacerlo de una forma especial y original.

Gritar al mundo que es la nueva colaboradora de Luminous Words desde luego sería una buena forma de hacerse notar pero en vez de eso, coge aire, se endereza en la silla y comienza a teclear frenéticamente…

El pitido de un coche desde algún lugar lejano le saca del estado de aturdimiento en el que se encuentra…

                     

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* Nombre: Rebeca

* Edad: 26.

* Género preferido: Ficción, Negra,Juvenil...

* Lectura actual: Vestido de Novia - Pierre Lemaitre.
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Att: R.