Una pareja de eternos enamorados lo ponen todo en juego enfrentándose incluso a las reglas del tiempo para estar juntos.
1812. El marqués Nicholas Falcott agoniza en un campo de batalla cuando un salto en el tiempo de doscientos años le transporta hasta el siglo XXI. Aterrizará en un hospital londinense con una identidad nueva. Nick anhela retroceder al pasado y regresar a los brazos de la mujer de quien está enamorado. Pero el Gremio, la poderosa élite que le ha salvado, tiene un principio básico: el tiempo es un río sin retorno, es imposible volver atrás.
Sin embargo, ahora el Gremio pide a Nick inesperadamente que infrinja sus propias reglas. Necesitan que regrese al pasado y recupere un talismán imprescindible para controlar el tiempo.
1815. Tras la muerte de su abuelo, Julia Percy descubre que ha heredado la capacidad de jugar con el tiempo. Aunque este poder puede exponerla a graves peligros, tal vez también le permita reunirse con su amado Nicholas y asegurar el futuro del mundo.
Siempre, desde que era bien pequeña, me he sentido atraída por las historias inspiradas en los viajes en el tiempo. No sé si será por el placer de poder experimentar distintas épocas -las pasadas y las futuras-, los contrastes entre aquellas sociedades que han ido tejiendo la historia... o por la simple fascinación que me supone la idea de que cualquier pequeño detalle, por mínimo que sea, podría haber cambiado el rumbo de la humanidad.
Así que os podéis imaginar mi alegría cuándo llegó a mis manos El río sin retorno, con su portada hermosa en todo su esplendor y unas buenas 576 páginas que me prometían el mismo cielo y, a pesar de que la editorial ha intentado vender este libro como algo que no es, ha sido una lectura deliciosa, adictiva y muy, muy recomendable; una lectura que ha sabido darme todo lo que le pedía y más.
El río sin retorno empieza a caballo entre dos épocas totalmente diferentes, alternando los puntos de vista de Nicholas Falcott en la época actual y Julia Price en medio de la regencia inglesa. Bee Ridgway entrelaza los hilos de una historia completa y llena de matices en la que dos organizaciones secretas, poseedoras de un don tan inimaginable como la capacidad de controlar el río del tiempo, luchan entre ellas para imponer su forma de ver el mundo... sin darse cuenta de que el futuro se acerca a la velocidad de un Tsunami esgrimiendo una catástrofe que no entenderá de bandos ni ideologías.
Hay romance, y sí, tiene peso en la historia, pero no es más que el broche de una trama mucho más profunda y elaborada. Huelga decir que he disfrutado como una niña con todo el entramado político -la guerra de bandos, la imposibilidad de saber quién es el topo o si hay uno siquiera, el choque de voluntades y la verdad absoluta que cada organización creía poseer-, pero lo que de verdad me ha vendido por completo ha sido la delicadeza con la que la autora reflejaba acontecimientos históricos de magna importancia y el papel crucial que los personajes jugaban en ellos.
Por otro lado, cabe destacar que pese a que la pareja protagonista no ha terminado de convencerme del todo -por mucho que admire a Julia por ser una mujer adelantada a su tiempo, Nick es un auténtico cretino- el elenco de personajes secundarios es absolutamente sublime. Ridgway hace un trabajo notable en ellos, no solo a la hora de plasmar en sus personalidades las distintas posturas que chocaban en cada época histórica -como en el caso de Clare y Jameson- si no también en poner la guinda del pastel con toda una serie de personajes situados en el limbo difuso entre el héroe y el villano.
Mi único problema con la historia fue que en muchos momentos sentí que se dedicaba demasiado a teorizar filosóficamente sobre la idea del río. Normalmente me encanta cuándo intentan buscarle sentido científico a algo fantástico, pero en esta ocasión no eran más que páginas y páginas de divagaciones que no llegaban a ninguna conclusión. Y, por qué no decirlo, me aburrieron inmensamente.
El río sin retorno es un libro algo introductorio pero demoledor, una montaña rusa capaz de mezclar los mejores elementos de todos los géneros y otorgar algo nuevo a la idea de los viajes en el tiempo. A pesar de que empecé a leerlo pensando que sería una novela auto-conclusiva (y me decepcionó un poco empezar otra saga más) estoy deseando ver cómo se atan los cabos sueltos.
“La verdad es que somos un poco cobardes, los viajeros en el tiempo. Engañamos a la muerte una y otra vez. Saltamos de una historia a la siguiente, siempre persiguiendo la esperanza de un nuevo día.”